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martes, 12 de diciembre de 2017

El derrame del tiempo parte V: Lo no vivido y lo desperdiciado

"¿Amas la vida? No desperdicies el tiempo porque es la sustancia de que está hecha." Benjamin Franklin


Llegábamos con el peso de la mañana encima, con pasos duros sobre el asfalto y el ánimo bajo mínimos. La noche de los jóvenes puede ser muy corta y, creo que lo entenderéis, esto hace que el día se haga lardo desde primera hora de la mañana. Yo, como es costumbre, clavaba mi mirada al suelo, mientras llegaba un día más a una clase de la que aún sigo buscando el motivo de su existencia en mi horario.

"Tío, mira" Sí, lo vi en todo su esplendor: a un compañero y su chica, en medio de los árboles, como si de un amor prohibido se tratara, dándose un morreo digno de nauseas. "Parecen adolescentes escondidos en los váteres del colegio". Mi amigo tenía razón, pues me recordaron a cuando yo tenía dieciséis años, con la diferencia de que yo no me escondía; nunca he tenido ese punto furtivo que esos dos, con gran maestría, hacían gala de poseer.

Tuvimos una conversación acerca de que cada momento tiene su lugar en la vida. Es decir, si algo no lo has vivido en su tiempo, ya no se vive. Esto puede chocar. "Oye chico cualquiera tiene un primer amor" Sí, y un segundo e, incluso, si es iluso, puede tener más o, al menos, creerlo así.
Es duro, pues hay tantas cosas que debí haber hecho y no hice. ¿Debí? Bueno, no me martirizo por ello. No me martirizo por no escaparme de casa, ni me fustigo por no haber ido a ciertos sitios donde mi edad era la norma. Pero sé que esas cosas ya no las haré, pues el tiempo es lo único que no se recupera.


Cada cierto tiempo, gracias a los puentes, vacaciones y, aunque en su caso espero que no, crisis existenciales, mi hermana regresa a Granada. Yo supongo que lo hace para desconectar, para ver a mamá, etc. Espero que no lo haga para verme a mí, pues no merece la pena, aunque ella ya lo sabe. Ella viene y mi madre entra en un estado de excitación. Lo mismo que cuando un chaval tiene esa sensación de "Hoy follo"; pero en su caso, "Hoy viene mi hija". Sí, es cierto ma; hoy viene. De repente, la casa se llena está más limpia y ordenada; la nevera se llena de mierdas, ya sabéis, pizzas, san jacobos, patatas fritas... Se compran churros, se va a comer fuera, se dan paseos, etc. Toda una serie de cosas que conmigo tienen una frecuencia menor. "¿No te molesta que tu madre trate mejor a tu hermana? No, no es que la trate mejor, es diferente y tiene una explicación. "Umm, ¿Te quiere menos? No, la quiere más. No, enserio, se entiende porque con ella ha vivido menos experiencias que conmigo.

Todas esas cosas que conmigo ha hecho cuando tocaba, con ella no las ha hecho. Se fue a estudiar , y cuando estaba aquí o estábamos gilipollas y no hacíamos nada o, de una forma simple, pensábamos que siempre iba a estar ahí. Cuando te quieres dar cuenta ya no está.
"El tiempo que te ha sido acordado es tan corto que, cuando pierdes un segundo, pierdes tu vida entera; porque no es más larga, sino sólo tan larga como el tiempo que pierdes" (La muralla china) Franz Kafka

Hay una frase, creada por el padre de un amigo, que dice así: "Polvo que no echas, polvo que pierdes". Esto, amigos, esto es la mayor verdad desde "El ser es y el no ser no es" de Parménides. Esta, lectores de blogs extraños, esta es la frase de mi vida. Chicos he perdido polvos (por gilipollas) y lo que no son polvos. Todo por estar inmiscuido en la errónea creencia de que ya llegará, en que todo permanece. Pero no. Joder, si tengo ya 21 años y me sigo comiendo el tarro con los mismos temas de cuando tenía 17. 

Un amigo me preguntó un día sobre mi padre, sobre todo lo relacionado al tiempo perdido. "¿No crees que te arrepentirás de no pasar más tiempo con él?" Es una pregunta difícil de responder, yo, al menos en un primer término, no tengo culpa de ese tiempo perdido y, de haber alguien arrepentido será él . Sé que él se arrepentirá de haberse perdido mi ¿pubertad?, bueno, la edad en la que uno va creciendo desde la primaria hasta la carrera... Puff, eso es mucho tiempo.
"Pero tú también te arrepentirás". Sí.
No sabéis lo duro que es escribir de esto.
Pues claro que me arrepentiré, si, de hecho, ya lo hago. En busca del tiempo perdido... no puede haber mejor título para una obra. Es el título de la vida.


¿Te arrepientes tú? ¿De todos esos momentos en que preferiste estar sólo, en todas esas veces que no dijiste te quiero, en todos esos besos que no llegaste a dar porque los dabas por dados? ¿Te arrepientes de haberte pasado media vida con un móvil en la mano, siendo consciente de que las horas pasaban? Eso, amigos míos, eso es tiempo perdido. Quisiera atrapar el tiempo, y hacer de mi vida algo extraordinario. Algo, que visto desde fuera, fuese digno de admiración.
«Enséñame lo limitado de mi tiempo, porque el bien de la vida no radica en su extensión sino en su uso».Séneca

Mi abuela, tras la muerte de mi abuelo, parece haber sido dotada del espíritu santo; de una energía inagotable, que espero le dure el resto de su vida. No para, creedme que no para, de hecho no hay quien la vea, pues siempre está de un sitio para otro. "Joder, abuela así nunca puedo verte" Pero la veo con esa energía, esas ganas de vivir; esa voluntad de recuperar el tiempo perdido, que lo que sale de mi boca es: "Joder, abuela estás mejor que nunca". Está viviendo lo que antes no pudo. Está atrapando el tiempo que le queda, exprimiéndolo al máximo, y yo, con todas mi ganas, pido a Dios que siga así por mucho tiempo.

Mi hermana salía por segundo día consecutivo, dejándome perplejo con su capacidad de recuperación. "¿Puff, otra vez?" "Sí" Claro, coño si no lo hace ahora cuándo lo va a hacer. "Pues yo también salgo".
Esto es un llamamiento a todos esos que están viendo su vida pasar. No lo digo porque acabe de verme "El club de los poetas muertos" ,ni porque haya leído a Horacio, sino porque la vida está para vivirla. Habrá momentos en los que estemos mal; cansados; con sueño; pero habrá otros en los que estaremos bien, con la mente lúcida. Es en esos momentos en los que hay que arrojar el móvil, poner buena música, besar a tu madre y salir con tus amigos. Es en esos momento en los que ponerte a cantar, a escribir algo que merezca la pena.
Ese es el tiempo para crear momentos que después recordarás. Momentos que contar a tu familia, hijos, amigos.

La gente joven tiene que salir, tiene que experimentar, meterse en mil carreras hasta dar con algo que le guste. Tiene que viajar, bailar y decir te quiero, tiene que defender lo que quiere en un futuro y luchar por él. Por que si no lo hace ahora, no lo hará.


No pretendas saber, pues no está permitido,el fin que a ti y a mi, Leucónoe,nos tienen asignados los dioses,ni consultes los números Babilónicos.Mejor será aceptar lo que venga,ya sean muchos los inviernos que Júpiterte conceda, o sea éste el último,el que ahora hace que el mar Tirrenorompa contra los opuestos escollos.Sé prudente, filtra el vinoy adapta al breve espacio de tu vidauna esperanza larga.Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.Vive el día de hoy. Captúralo.No te fíes del incierto mañana.

Horacio


martes, 14 de noviembre de 2017

Fragmento ¿desechado?: KAMALA

KAMALA


Eran las siete y media y el sol comenzaba a ponerse cuando Ángel se posó sobre la arena, que tras las pocas gotas de lluvia anterior presentaba un aspecto oscuro y húmedo, pero conservando aún la facilidad para adoptar cualquier forma.

Primero se sentó, acariciando con sus manos los granos de arena. Una sensación parecida a la de un masaje suave, de no ser por los pequeños trocitos que se le introducían en las uñas.

Empezó a respirar hondo y ,a los pocos minutos, su respiración acompañaba al golpeo de las olas en la orilla.
Intentó no pensar y conseguir captar la esencia del mar en cada sacudida de aire que entraba por su nariz.

Media hora después, con el mar reflejando la oscuridad del cielo, se encontraba tumbado, con las piernas encogidas, encima de una arena que se había compactado de tal forma que la huella de su espalda perduraría horas.

Unas lágrimas se desbordaron a la fuerza por sus ojos cerrados, y se deslizaban por sus mejillas hasta ser absorbidas por la fría arena.
Fue entonces cuando se incorporó, dudando de si había empezado a llover sobre él o dentro de él.
Divisaba ahora un mar más viejo. Un mar que parecía haberse apaciguado con el tiempo. Oscuro u en calma, a pesar del viento que no le había abandonado desde que llegó.

Fue entonces, con la tensión y la marea baja, que divisó una silueta que se engrandecía a cada paso que daba.
La población de la playa se multiplicó por dos con la llegada de unas piernas blancas y firmes, cuyas generosas formas identificaban la identidad del caminante.
Ángel sentía debilidad por esos muslos, por lo que no tivo que levantar la mirada para saber de quién se trataba.

En su adolescencia la sola imaginación de esa silueta en movimiento, con su respectivo y único baile de caderas, le hubiera disparado las pulsaciones.

Ella se encontraba a su lado, de pie y observando de forma fija los ojos rosados de él.
Sus gruesos rizos rojos, a juego con las mejillas, se movían de forma aleatoria por el viento que empujaba de forma intermitente a las olas.

Ángel vio cómo el vaho salía de esos labios carnosos, a la vez que ella descendió para sentarse junto a él.
La expresión de este, con la boca entreabierta y la mirada extraña, mostraba la incomprensión de la presencia de ella a la que catalogaban de inaccesible.

Sus ojos se encontraban ahora centrando una escena en la que el gris y el rojo acaparaban todo el espectro de color. El vapor, humeante y cálido, ascendía por sus bocas rozando las mejillas del que tenían en frente y pasaba por los ojos marranos de ella en los que se reflejaban las lágrimas de los ojos verdosos de él.

Unas gotas de fría agua empezaron a caer sobre sus cuerpos y, en un instante, sus bocas se fusionaron en una y sus cuerpos esparcieron de forma violenta la arena en la que se apoyaban.

viernes, 10 de noviembre de 2017

El DESCUBRIENTO DE LA ÓPERA:LA TRAVIATA





Libiamo, libiamo ne'lieti caliciche la bellezza infiora.E la fuggevol, fuggevol oras'inebrii a voluttà
(LA TRAVIATA) 


"¿Ópera? ¿Enserio vas a escribir sobre ópera? ¿Ya has encauzado tu vida?"
Está bien. Lo sé. ¿Qué hago yo escribiendo sobre esto? Sí, tenéis razón, pero permitidme que incluya algo de gozo artístico en este blog.
Hagamos una pausa entre el dolor y los relatos olvidados.

Siempre hay espacio para el arte redentor, causante de alivio, para consolar las mentes inquietas. Y este es uno de esos espacios; momento para abrirse a la fuerza de la ópera.

¿Qué cómo he llegado a aquí? Bueno, veréis, siempre ... bueno siempre no, pues peco, con cierta frecuencia, de egocéntrico, pero suelo preguntar a mis amigos cómo están, y sobre aficiones compartidas.
Veréis que las conversaciones entre amigos rondan siempre unos temas comunes; aficiones compartidas entre los integrantes del grupo.




Nos encontraremos con grupos de viejas hablando de la iglesia y de que el país  va como la mierda.
Grupos de adolescentes hablando de la última página porno descubierta (yo ya no hablo de esto porque descubrí la página definitiva), del nuevo Mario Kart ; y cuatro chorradas más-

Grupos de maduros, a los que el tiempo les ha pasado demasiado rápido, hablando de fútbol, de que el país va como la mierda. así como ciertos problemas maritales y familiares que no deberían contar.
Mujeres hablando de..., en verdad, ¿de qué hablan? ¿Quinoa, mindfullness, abdominales hipopresivos? Lo que sea.

Trasladando esto a mi vida, con el correspondiente esperpento que le toca, las conversaciones rondan sobre la universidad,  cine, cómics; digo muchas palabrotas, también... En fin, lo normal, porque si me dejan hablar mis tendrían que aguantar cosas que rozan el filo de la navaja. Y creedme, no está el mundo como para perder amigos.



Así que, tenemos unos gustos comunes. Algo normal en jóvenes de la misma edad, con situaciones familiares parecidas y, encima, que estudian el mismo grado.
"Puff, allí, en Comunicación Audiovisual, seréis todos unos artistas y hablaréis de Tarkovsky, Eisenstein, Malic y demás,¿No?"
"Ehhh, bueno...sí. Sí, sí; sí. Un día salió uno de esos, sí".

Además de estos gustos comunes, cada uno se completa con ciertos hobbys y aficiones muy diferentes, lo que nos hace únicos.
Ciertos tipos de música, deportes, y demás.
Un amigo mío, tiene una afición que, de primeras, me asombró: "La ópera".

Yo pensaba "Este está colgao".
Le escuchaba cantarse algo en modo Pavarotti, e, incluso, un día le vi con los auriculares puestos, con una cara cercana al éxtasis.
Yo pensaba que estaba escuchando el sólo de "Comfortably Numb" o "The Show Must Go On" de QUEEN, pero se quitó los auriculares y exclamó: "¡Joder con Donizetti!".


Me dije: "Si a este le gusta, será por algo".
Sí, lo puedo afirmar, el chico no estaba colgao, sino que se había visto atrapado por la magia de la ópera.
¿Cómo he estado tanto tiempo sin adentrarme en este grandioso arte? Me he visto todos los Silly Simphonies y no me había atrevido a dar el paso, hacia lo que es el arte más catártico que me ha erizado los vellos.


Empezar con algo nuevo no es fácil, y menos con un arte que parece haber quedado reservado a una élite a la que, chavales como yo, sólo accederemos dando el braguetazo de nuestra vida (y tal como van las cosas...).
Sin embargo, hay pequeños pasos que podemos dar para adentrarnos, sin quemarnos, en el fuego de la ópera.
Recomiendo precaución, pues como dicen, una vez te quemas en el fuego del "Tristán" ,ya no sales.


Como un primer acercamiento, estaría bien empezar a escuchar las arias más famosas; las más populares: "Casta Diva", "Nessum Dorma", "Una furtiva lacrima", etc. Teniendo en cuenta su contexto y, más importante, lo que quieren decir.
Chicos, esto está en italiano o alemán y, alguna vez en francés, no esperéis pillarlo a la primera. 

Si después de esto no os pica la curiosidad, dejadlo. En serio, si después de haber escuchado "Quando me'n vo" de "la Boheme" no os da ganas de seguir nadando en este mar de melodías, apaga y vámonos; tenéis (tenéis un problema) que seguir escuchando pop.

Uno empieza con cosas ligeras y acaba tragándose cuatro horas de una ópera al alzar de Wagner, en un alemán que te golpea el tímpano a base de pócimas y hechizos, como hace Isolda.
Fijaos si es buena "Tristán e Isolda", que te hace tener el culo pegado al asiento, mientras te comes un dueto de 45 minutos en un idioma incomprensible... y aún así te has quedado hipnotizado por esa historia de amor, que no puede sino acabar en tragedia.

Eso es la ópera, una tragedia tras otra; personajes llevados al límite de sus pasiones, usando su voz como micrófono, lienzo y mármol, en un intento desesperado por aliviar el dolor en el que se ven envueltos.
Pensad en "Tosca" y su trágico final. Pensad en ese pintor encarcelado que canta al alba, justo antes de estar frente al pelotón de fusilamiento; y en su amada, quien salta al vacío por la desesperación y la agonía que la ahogan.


Mi amigo, apiadado de mí, viendo que estoy tan pesado con el tema, decidió adelantarme el regalo de cumpleaños, invitándome a ver "La Traviata".
Todos hemos escuchado sobre esta ópera, pero casi nadie sabe nada, ni siquiera su argumento.

Reconozco que Verdi no es lo mio, yo soy más de Puccini y Wagner (y de mi puta ignorancia, porque no tengo ni idea), pero qué menos que aprender un poco de esta ópera. 
"Es la más representada en la actualidad. Algo tendrá, ¿no?."
Vaya que si tiene.
Hablando de tener, tiene narices que lo que más cerca que he estado de "La Traviata" sea "Asterix y Latraviata", pero eso es otra historia.


Está basada en "La Dama de las Camelias", de Alejandro Dumas, hijo. Este era un magnífico escritor , mientras que su padre, famoso por novelas como "El conde de Montecristo" era un magnífico bebedor y pagaba bien a los negros que el le escribían las novelas.
De hecho, este "negro" con negros, se encontró, en un paseo, a su hijo. Le preguntó lo siguiente: "Hijo, ¿has leído mi último libro?".
Este contestó: "¿Y tú?".


Sabiendo esto, que viene a no saber nada, pues nadie se la ha leído, os diré que es una tragedia de las de pañuelo y reclusión.
Una vez la estudias (porque no os vais a enterar de nada si sólo la escucháis), da ganas de maldecir al mundo, cosa que hago a diario; pero esta vez con razón. Y, con razón dices lo siguiente, "¡Qué tirste... pero qué bonita!


Os daré varios datos y consejos a tener en cuenta:
El primero es que "Traviata" significa extraviada.

El segundo: Violetta es mucha Violetta para tan poco Alfredo
Tercero:  siempre hay padres para echarte a perder.
Cuarto: seguiremos la original y moderna representación que dirigió Carlo Rizzi en 2005, con Roberto Villazón y Anna Netrebko como protagonistas (he de decir que Anna está increible. Os servirá para quitaros el estereotipo de la soprano gorda).
Quinto: disfrutad de la música, pues es un contínuo pase de éxitos, uno tras otro.
He puesto videos, para que podáis ir escuchando mientras leéis (también porque me ahorra el coñazo de buscar fotos).


LA TRAVIATA

Les invito a brindar y a beber algo antes de comenzar la reflexión acerca de esta obra maestra de la cultura musical, que ha permanecido en representación, de forma constante, durante los últimos 150 años.
Agarren una botella de champán y una caja de pañuelos, que empezamos fuerte.

ACTO I

La obra comienza en París (s.XIX), ciudad de artistas, en la que Violetta Valery, cortesana de gran fama, da una fiesta a la que acuden gran cantidad de invitados. Entre ellos, un admirador,  Alfredo Germont, quien procede de una familia de bien.

Esto de ir a una fiesta que da una que te gusta es algo que nos ha pasado a muchos. Si ya, de por sí, estás nervioso por no cagarla, la presión aumenta, pues la que te gusta después tiene que limpiar tus potas.





Alfredo:
"Bebamos alegremente de este vaso
resplandeciente de belleza
y que la hora efímera
se embriague de deleite.
Bebamos con el dulce estremecimiento
que el amor despierta
puesto que estos bellos ojos
nos atraviesan el corazón.
Bebamos porque el vino

avivará los besos del amor".

Violetta le sigue el juego, pero con una visión más hedonista de la vida:
"Yo quiero compartir
mi alegría con todos vosotros;
todo en la vida es locura
salvo el placer.
Alegrémonos
el amor es rápido y fugitivo.
Es una flor que nace y muere
y del cual no siempre se puede disfrutar.
Alegrémonos pues una voz encantadora,

ferviente, nos invita".

Vemos a dos personajes que tienen diferentes formas de ver la vida, pero no por ello Alfredo va a coger su chaqueta y marcharse. Hoy es su noche. La noche en la que confesará a Violetta su amor.
Yo supongo que, tras unos cuantos brindis de estos, también le echaría valor, aunque el lirismo desaparecería con la vergüenza.


Antes de que Alfredo se confiese, Violetta da muestras de estar enferma, de desmayarse.
Alfredo le dice que el podría ser su protector para toda la vida.

Ella ríe. Incrédula Violetta, ya ha oído muchas confesiones vacías, de hombres sin alma. Es una mujer actual, que no da su corazón al primero que llega con palabras bonitas. "Decidme. ¿Cuánto me amáis?".


"Os amo desde hace un año. Desde que un día pasasteis ligera, junto a mí" (nene, ¿dónde has aprendido a hablar así?).
Comienza un dúo inolvidable: " Un dì, felice, eterea", el cual habréis escuchado en otra obra romántica, con la que aguarda, salvando las distancias, alguna similitud: "Pretty Woman" (pufff ¿acabo de comparar La Traviata con Pretty Woman?).



Alfredo:
"Un día, feliz, etérea,
apareciste enfrente de mí,
y desde entonces, temblando,
Vivo de amor desconocido.
De aquel amor que es
latido del universo, del universo entero,
Misterioso, misterioso y orgulloso,
cruz, cruz y delicia
cruz y delicia, delicia en el corazón".

Violetta:

"Si eso es cierto, huye de mí,
Solo le ofreceré amistad.
No sé amar.
Ni sufriré una emoción tan grande.
Soy honrada e ingenua.
Debes encontrar a otra.
No te resultará difícil

olvidarme así".

Precioso. Es la versión bonita del "Si no es por tí; es por mí". Todo un clásico de las escusas.

Como buen pesado que es, y aquí me quito el sombrero, porque yo pasaría de la chica, Alfredo insiste en su amor sano (no sé si sano u obsesivo).
Para quitárselo de en medio, Violetta le regala una camelia y le dice que se la devuelva cuando se marchite. Ummmm, en el fondo quiere volver a verlo.


Alfredo se va esperanzado, y no como me suelo volver yo, con la cabeza gacha, sufriendo el frío del rechazo de madrugada.
Y, en este momento, es cuando Violetta da muestras de la profundidad de su personaje. Ah, fors'è lui — «Quizá sea él». Quizá, Violetta.


Sin embargo, Violetta conoce bien a los hombres, además de amar su propia libertad. Comienza así una de las arias más bonitas de la ópera. Todo un canto a la libertad de la mujer y del amor: Sempre libera — «Siempre libre».



"Sí, debo, siempre libre
gozar de fiesta en fiesta.
Quiero que mi vida pase siempre
por los caminos del placer.
Que el día nazca o muera,
debo vivir siempre en los lugares
de placer buscando nuevas alegrías".

Chicos, esto es magnífico, acabamos de acudir a la autocensura de Violetta, quien por un instante ha pensado que el amor era posible.

Las dudas la invaden de nuevo. Escucha a Alfredo cantando desde la calle: "El amor es la inspiración del mundo entero".

Así es como se termina un primer acto.

ACTO II

Comienza el segundo acto en una casa que Violetta posee en el campo, con estos dos personajes viviendo como pareja, en un estado de felicidad propio del arte.




Alfredo: "He olvidado en sus brazos el pasado". Alfredo vive en una burbuja de amor y felicidad, de la que parece influirle una inspiración divina:
"Ella calma mi pasión adolescente con la serena sonrisa de su amor;

desde el día en que ella me dijo: "quiero vivir sólo para ti", yo me creo cerca del cielo".

Sin embargo, esto es una ópera y algo malo debe pasar.
Alfredo descubre que todos los lujos y gastos los ha pagado Violetta, quien ha vendido muchas posesiones para no depender del dinero de Alfredo.
Este marcha a parar la venta de propiedades de su amada.


"Soy el padre del incauto al que has engañado"
"Señor yo soy una dama, usted está en mi casa". Es lo que Violetta responde al hombre que acaba de conocer, pues esta acaba de regresar a la casa de campo y, con gran sorpresa, se encuentra al padre de Alfredo, Giorgio, en esta.

Verdi tiene algo con los padres, pues en sus obras, de una forma u otra, acaban puteando a sus hijos.
Esto es lo típico de que quieren ayudar y proteger a los hijos y acaban por meterse demasiado  en su vida, y sin la delicadeza que esto requiere.


Violetta le hace ver que no sólo ama a su hijo, sino que encima ha estado pagando todos los gastos.
El padre se empeña en que tienen que romper su relación, no ya por el honor de su hijo (recordemos que Violetta era una cortesana), sino porque tiene una hija que no podrá casarse si ella sigue en la familia, pues mancha al apellido Germont.

Tras una insistencia digan de una familia de pesados como es la suya, Giorgio consigue que Violetta acceda a romper su vida con Alfredo, regalándonos un dúo lleno de sentimientos e intimidad:

"Dite alla giovine"




VIOLETTA

"¡Decidle a vuestra bella hija
que una pobre mujer que no tiene
más que un bien precioso en la vida
se sacrificará por ella y morirá!"

GERMONT

"Sí, llora entonces desdichada, ahora veo
qué grande es el sacrificio que haces.
¡En mi corazón siento tanto sufrimiento!

Valor… y tu noble corazón vencerá".

Violetta abandona la casa, en dirección a París, donde ha sido invitada a una fiesta, no sin antes abrirnos  su alma y sus más puros sentimientos de amor, en un canto lleno de desesperación.
Sus últimas palabras para Alfredo: "¡Ámame Alfredo, como yo te he amado!


El padre intenta consolar a su hijo (tiene cojones), con un chantaje emocional que ni la más vil mente sería capaz de crear, un aria llena de nostalgia y belleza: "Di Proveza, il mar il suol".



"¿Quién borra de tu corazón
el mar y el suelo de Provenza?
¿Quién de tu corazón borra el recuerdo?
¿Qué destino te ha sustraído del
ardiente sol natal?

En el dolor mismo, vive todo
aquello que te hizo feliz.
y solamente allí, tu encontrarás la paz.

Dios me guía. ¡Ah!. Tú ignoras
cuanto ha sufrido tu viejo padre
Cuanto ha sufrido tu viejo padre.
Desde que te fuiste, su casa
se hundió con la pena y un velo

de tristeza recubrió su techo".

Pero Alfredo sabe que los labios de Violetta son más dulces que los de su padre y, una vez enterado de que Violetta va a acudir a una fiesta en la capital, no pierde un segundo y marcha corriendo a París.

Ya en la fiesta, la segunda y última de la obra, Alfredo se encuentra a Violetta,  quien intenta reprimir sus deseos y amor por Alfredo, y le dice que ama al Barón que ha organizado la fiesta.
Alfredo grita lleno de rabia y enfado, comunicando a todos que la mujer a la que ama ha despilfarrado su fortuna por él, y que se lo va a devolver. En un acto de desprecio tira una bolsa llena de dinero a la mujer que le sigue amando en secreto.

ACTO III

Los meses han pasado, pero la herido no ha suturado. El lugar en el que comienza el tercer y último acto dista mucho de ser una fiesta.
Violetta está en cama, pues sufre de tuberculosis; algo que ya nos había anunciado con su desfallecimiento en el primer acto.


El médico le dice que está mejorando. Sin embargo, Violetta sabe que no es cierto: "Las mentiras piadosas sólo están permitidas a los medicos.
Lee, a solas, una carta del padre de Alfredo, Giorgio. En ella se se expone cómo Alfredo se ha enfrentado al Barón y , que su hijo ha estado oculto en el extranjero. Sin embargo, iba a acudir junto a ella para pedirle perdón.

Ella grita: "¡Es tarde!".


Comienza ahora mi aria favorita de la ópera. Una composición llena de nostalgia, dolor y tristeza sobre los recuerdos:

Addio del Passato


"Adiós, bellos recuerdos del pasado,
las rosas de mis alegrías están marchitas
y el amor de Alfredo todavía me falta.
¡Consuelo, sostén del alma cansada!.
Compadécete del deseo de la extraviada.

¡Perdónala y acógela, Señor!
Todo ha terminado ya.
Alegrías y dolores pronto acabarán
¡Ni flores ni lágrimas tendrá mi tumba!
Ni una cruz con mi nombre
cubrirá en ella mis huesos.
¡Ah!. ¡Sonrío a la mujer perdida!.

Señor perdóname,
recíbeme cerca de Ti.
Todo ha acabado."

Es imposible escapar de la emoción que transmite este aria. Una vida y un amor perdidos, por las convenciones y los malentendidos. Por una mujer que, de hacer el bien a los demás, se mal a ella.

Venga, chico, con la lagrima en el ojo, ya queda poco.

Llega Alfredo y, con él, el reencuentro de los amantes. "El amor te ha hecho regresar". 
Esto es muy duro, pues hablan de planes de futuro,  de vivir juntos para siempre, en un dueto precioso.

Parigi, O Cara
Alfredo: 

"Dejaremos París, querida mía. 
Estaremos toda la vida juntos. 
Compensaré tu dolor pasado, 
recobrarás la salud. 
Serás para mí suspiro y luz. 
El futuro sonreirá para nosotros". 

Violetta: 

(Como un eco) 
"Dejaremos París, querido mío. 
Estremos toda la vida juntos. 
Compensarás mi dolor pasado, 
recobraré la salud. 
Serás para mí suspiro y luz. 

El futuro sonreirá para nosotros. "



Podría haber terminado aquí y, aún así, hubiese sido una obra maravillosa, sin embargo, recordad, esto es ópera y va más allá.
Violetta no puede ni vestirse; está muy enferma. "O,h Dios mío, morir tan joven".

Entra en escena Giorgio Germont, quien se disculpa, al mismo tiempo que entra el médico, el cual confiesa que ya nada se puede hacer por la vida de Violetta.

Con sus últimas fuerzas, Violetta entrega un retrato suyo a Alfredo, y le dice lo siguiente: "Si alguna vez te casas, dile a tu esposa que esta imagen es de alguien que, entre los ángeles, reza por vosotros".
"Prendi, quest'è l'immagine"


Violetta parece renacer, con nuevas fuerzas se levanta, pero era el último canto del cisne y cae al suelo.
Se baja el telón.

Vaya obra... podría estar escuchándola en bucle durante horas, y mis pelos seguirían erizados.
Y, esta obra, "La Traviata", es una de las muchas obras maestras que inundan el mundo de la ópera, un mundo que acabo de descubrir y, de la que cuanto más sé, más quiero saber.

Espero que os haya gustado; que le deis una oportunidad a este arte.

Si habéis llegado aquí no me queda más que daros las gracias, pues he tardado más de lo que creía en escribir sobre esto, aunque he aprendido mucho. 

miércoles, 1 de noviembre de 2017

INSOMNIO


Hay un demonio que habita en mí, y cada vez que pienso en él tiemblo, menguando en una espiral de fatiga, rabia e impotencia.
Cada vez que intento conocerlo, entenderlo y, cómo no, matarlo o apaciguarlo, los nervios brotan de mí como las flores en mayo.


Estoy cansado, fatigado; si me apuráis, diría que mi corazón corre a un ritmo inusual, sin la calma que caracteriza el descanso; por lo que pido un poco de clemencia ante unos dedos atenazados por los nervios y la frustración.

Esta es la historia de un chico que ve con los ojos cerrados las más repugnantes pesadillas. Parece que el demonio que habita en él se ha despertado, queriendo ponerse manos a la obra en el instante en el que el resto descansa.
El castigo de no desconectar del mundo; de seguir vivo, consciente y, cada vez, más hastiado del amargo sabor del despertar.

Podéis llamar a este chico Ángel o "pequeño ser que  iluso que sigue soñando imposibles", pero sus ojos le aprietan, a la vez que se oscurecen sus párpados y su humor se disipa como el humo en el desierto.
No sé si estoy cansado por no dormir, o no duermo por estar cansado. Ni siquiera sé si escribo por no dormir o no duermo pensando en qué escribir.

Quiero gritar, pero aun mantengo respeto por los que estáis durmiendo.
¿Qué hora será? Quizá mi rabia ha dilatado el tiempo y aun no es tarde, o quizá sea peor y la hora de un falso despertar esté a punto de llegar.

Intento no pensar, pero pienso, luego existo, luego sufro, luego intento dormir, pero no puedo, luego escribo.
What I have done sweer Jesus, what i have done? ¿Qué he hecho señor? ¿Es algún castigo? ¿Alguna forma de redimirme?
No, sólo me pudro por dentro, y por fuera ya se empieza a notar el estropicio de las horas.

Médico delante mía. Bata blanca y dientes amarillos: ¿Has probado a cerrar los ojos?
Venga mujer, algo habrás aprendido en la carrera.

Pastilla en manos que dudan. Pastilla en el estómago y ojos cerrados.
Edificios que caen y ojos que se abren siete horas después. Piernas que se tambalean durante todo el día por el cansancio y una cabeza incapaz de pensar. Lágrimas de miedo que humedecen mejillas cansadas.


Media pastilla. Menos cansancio, misma sensación de ser un fracaso, un perdedor, un trapo que ya no limpia.

Nada en la mano, ojos cerrados. Se abren, y la vida es maravillosa.
¿Guerra, crisis, desamor, pobreza? Que le jodan al mundo; el chico ha dormido bien, sin necesidad de nada. La vida no le sonríe; es él el que le sonríe a ella y la enamora.

Rachas buenas vienen. El chico levanta hierro como si fuera pluma; el chico enamora a las chicas y escribe cuentos de amor.
Rachas malas vienen y, el chico, anda lento por la avenida, asumido en pensamientos autodestructivos.
El chico se pone una máscara que parece eliminar sus ojeras y su frustración. "Sólo es un día más, Ángel". "Al menos, no tienes que responder por nadie... bueno, por ti mismo".
Ya ni siquiera puedo responder como es debido de este cuerpo, que tiene las horas contadas.


El chico intenta ahogar su ira en papel, y sólo emborrona de tinta oscuros deseos.
El chico escucha música que crea en él una falsa nostalgia, pues nada ha vivido para tenerla.

"¿Es real todo este caos; la brecha inseparable ante el resto?".
No, millones de cabezas giran sobre sus almohadas, empeñadas en el intento de que Morfeo los abrace. Se pregunta por qué no resulta atractivo a ese ser mitológico, que sólo existe en su mente.

"Venga, Dios, auquí la has cagao, si no me duermo me cabreo y si me cabreo no me duermo. Es un ciclo que va a peor".
El chico aun no es capaz de comprender que preocuparse no soluciona problemas.


Tiene cinco años, y visita con frecuencia la cama de su madre dormida. Tiene doce años y visita pantallas luminosas. Tiene 18 y su mente camina por senderos turtuosos. Tiene 21 y sus pensamientos discurren de la normalidad al absurdo, en un intento de restar importancia al auto martirio que conlleva la actividad en horario nocturno.
"Guau, cómo pienso en esto ahora. Estoy siendo estoico. Tiene cojones; la vez que más cerca estoy de Séneca es aquí, con unos pensamientos bizarros, iluminados por una tenue luz amarilla que procede la solitaria calle".


El chico no piensa así, sino que usa palabras llanas, parcas y llenas de sentido: "puta mierda".
El chico despierta, un día más; evitando pensar en la herida.
Sige su camino de forma normal, con sonrisas y pensamientos acordes al momento que vive. Sin embargo, la herida es una herida y duele, y este suspira, y se sienta contemplando la vitalidad del resto, sin saber que ellos esconden lo mismo que él, las ganas de cumplir sueños.


El chico ha descansado, el sueño es paradójico. Al día siguiente no tiene que hacer nada, decir nada, ni siquiera acudir a sitio alguno, pero duerme. Aprovéchalo.
Huele su almohada y el olor del champú recalienta su cuerpo, descansado, acaricia la suavidad de la tela. Está sólo, pero en su cabeza sólo hay hueco para el más humano de los deseos: la compañía.
Si las épocas se nombran con el nombre de los emperadores, las noches se nombran con el de las chicas con las que su dolor hubiese sido menor.
"Si estuviera aquí, dormida o no, creo que la fatiga no acudiría a mí. Podría pasarme toda la noche escuchando su respiración y oliendo su pelo, y creo que así mi cabeza se llenaría de las más bellas imágenes, acercándome al paraíso, a eso que un día describieron como el lugar donde no hay dolor".

Pero chico, esto es la vida real, y enfrente tuya sólo hay una pared. "Puta mierda".

Eso es la vida real, el mundo de los despiertos, y sólo soñando y durmiendo, esta realidad se hace más llevadera, más clemente a los ojos de cualquiera.

El chico empieza a aprender, sabe que esto sólo se supera desde dentro, conciliando una tregua con el demonio que habita en él. Sabe que no puede ganarle en batalla, pero sí obviarlo, hacerle el más profundo de los vacíos. Olvidar una parte de sí mismo, la más dolorosa e inservible. Esa que hace que la vida te desgaste.
No se aprende por imitación. El chico escapa y ve como el que creía ser un hombre cae en los brazos de la debilidad.
"Eso no me sirve, esa no es la solución". El chico aun cree en la fuerza de voluntad y en la propia satisfacción de la moral.


Charla y bebe durante horas, camina hacia su casa con el frío como compañero. Las horas han pasado de forma intensa, y los recuerdos vividos se acumulan en el álbum de la vida.
Con dificultad se quita la armadura y cae rendido sobre la cama, Morfeo le espera como amante y le arrebata la conciencia.
Pero este no es fiel y cuando el joven despierta el ser del otro mundo ha desaparecido.

El cansancio se acumula, pero no la frustración, pues ha merecido la pena, pues ha sido feliz. No ha luchado contra sí mismo, sino que ha disfrutado de eso que llaman compañía. 

Sabe bien que el insomnio no puede acabar con él. Que debe seguir adelante como ha hecho con todos los obstáculos que ha encontrado por el camino. Sabe que sólo él puede hacer frente a los demonios que habitan en él. 
También conoce que el demonio volverá a intentar realizar sus tareas como tal, pero sabe que hay diferentes formas de actuar contra él; sólo debe saber cómo actuar.


viernes, 27 de octubre de 2017

GRITO A LA EXISTENCIA


SEÑOR, cacé el sueño cuando todos ya soñaban , y ahora que estoy en pie me doy cuenta de que todos siguen durmiendo bajo la protección de su descanso.

Señor, me dirijo a tí, sin tener claro nada, ni siquiera de que existas. Me dirijo a ti como si fuera el último intento de abrazar el milagro y dar sentido así al devenir de un mundo quieto, en el que sólo me muevo yo , y en el que lo único que tiene sentido es entender que la existencia no tiene sentido.

Hace frío ahí afuera, señor. Hace frío y aún así me dispongo a ser absorbido por la oscuridad que precede al día. Moviéndome en círculos sobre un mar deshabitado en el que pronto se moverán ciento de almas, con la furia que da vivir un día más en la más estricta de las monotonías, que es la vida humana.

Señor, dime, ¿estás ahí?, se que grito al vacío, por si en el lo divino encontrase forma de ser sin ser.
Señor, ¿a qué se debe tanto silencio? Dios, ¿cómo respondes ante el ruido de un corazón que bombea preguntas?

Qué estoy haciendo aquí, Dios mio, qué estoy haciendo en un ciclo vital con fecha de caducidad.

¿De qué soy fruto?¿ Del amor, de la ignorancia, de la inocencia? No, no, Dios, No hay respuesta que alivie la corrupción de mi alma. Porque me he visto en vuelto en el circo de la vida sin estar guiado de la mano de los que me trajeron a este caos, donde me afano por encontrar motivos al sin sentido que impera los pasos que doy.

Señor, tanto si estás como si no, dame las respuestas que precisa el hombre para sacar a delante eso por lo que vive.
¿Cuáles son tus respuestas, Señor? No son besos, pues hace tiempo que mi boca no recibe un tsunami en forma de amor.
No son palabras, pues de mi boca no salen más que susurros que se pierden entre el ruido de la destrucción.

No son caricias, ni abrazos, ni siquiera una luz que indique una dirección que seguir, pues aquí los pasos son oscuros, y de mi boca solo sale el vaho como prueba de que estoy vivo.

¿Lo escuchas, señor? Es el grito de un chico que ansía vivir; que ama la vida tanto como para buscarle el sentido.
¿Lo escuchas? Se trata de un corazón que anhela encontrarte, Dios.
Dime, ¿Te llegan esos gritos? ¿Son claros y precisos? ¿o son un cúmulo de ruido amortiguado y sin coherencia?.
Dentro de mí retumba, tanto que hasta duele.


¿Soy fruto de mis padres? Decidme, vosotros que habitáis la tierra en carne y hueso. ¿Estoy pagando por vuestros pecados? Decidme si la herida de mi vacío es fruto de vuestros actos, hombre y mujer mudos; que no tenéis respuesta para tanta pregunta abisal.
¿Teméis la rabia del hijo? ¿Os avergüenza su incomprensión?
No tenéis palabras para la semilla plantada en la tierra.

Aquí afuera no encuentro los brazos del padre, ni los susurros de la madre.
Fuera, el silencio es plomizo; tanto que llega a pesar, tanto que, de una forma u otra te acompaña ante la falta de respuestas. Siendo el silencio la única respuesta recibida.  


¿Por qué no contestáis? Vosotros, que tenéis garganta y os paseáis ante mí como fantasmas que evitan ahondar en la llaga de la existencia, de la que sois responsables.

Me dejasteis al  principio de un camino de direcciones múltiples, sin ningún consejo sobre cómo y por dónde  avanzar; sabiendo que no se puede uno parar miro atrás de forma constante,  como si quisiera llevarme conmigo todas las partes asfaltadas del camino; haciéndome mayor mientras vivía en el pasado.

En algún momento desaparecisteis del camino, padres. ¿Elegisteis un camino diferente sin decírmelo? o, ¿Fui yo quien me perdí?
De repente caigo en el error, Señor. Mis padres no caminan juntos y, si viera desde arriba, como un águila, vería pasos aberrantes y sin sentido, algunos rápidos y largos; mientras que otros cortos, casi sin querer avanzar.

¿Vais a hacer algo? Creo que no.

Señor, ¿me he equivocado con mis padres? o, ¿ellos  conmigo? ¿Tienen alguna responsabilidad de mi devenir en el caos de la existencia? ¿Dónde estáis? Vosotros, los culpables de mi existencia, ¿dónde estáis? ¿Por qué no me guiáis ante semejante camino? Me habéis traído a la existencia sin instrucciones, alejado de todo mecanismo y dirección.
¿Dónde está el padre, Dios? 


Sigo caminando, Señor, con las manos en los bolsillos y la cabeza lejos de allí. Ni el frío despeja la mente del que camina sobre su propia vida, analizando de forma humana las decisiones tomadas para estar caminando sobre la misma esencia de la individualidad.

¿La compañía, señor? ¿Dices las mujeres? ¿Las que he creído amar, las que he querido o las que me hubiera gustado querer? Qué más  dará, señor.
Qué más da, si ninguna de ellas ha traído el consuelo a esta mente inquieta. Aunque, Señor, ¿es esta introversión latente en mí la que ha impedido el triunfo del amor?
Comienza así un leve martirio, casi universal, sobre si lo hice bien con las mujeres que caminaron junto a mí.

¿Era yo quien debía amoldarme a ellas? o ¿ellas a mí? Más bien, ninguna de las dos cosas. Yo no soy tan importante, Dios; nada en comparación con el amor de una mujer.

Un amor que no llega, pero ¿a quién le llega? ¿De verdad hay alguien que viva el amor en su forma más pura? ¿Se puede amar así a una mujer? Señor, ¿Yo podré amar así? Quererla tanto que mi individualidad se desvanezca. Amarla tanto que el existencialismo se aparte y sólo tenga como objetivo amarla, cada día más.
Me pregunto si no es más que una ilusión; algo que sólo existe en el arte. Y sé que mi vida no es una obra de arte, y que nadie atisba belleza en mis pasos.

Pero sigo adelante, pues no puedo hacer otra cosa. Aún miro hacia atrás, con las siluetas de las chicas que creí querer difuminándose y haciéndose más difícil de recordar, hasta que sólo quedan sombras sin nada dentro.
¿Llegará el día en que mire unos ojos de mujer, y sepa con exactitud que todo ha merecido la pena? Eso sí que es una mujer...
Silencio y nada más.

Recorro las calles en las que se atisba el deseo del calor del sol, que debe estar asomándose detrás de los edificios que impiden el encuentro directo con el astro.
Creo escuchar las risas de hombres a lo lejos. Hombres jóvenes que, como yo, han sabido encontrar en el otro la satisfacción de compartir los devenires de la rutina, rompiendo la monotonía en reuniones informales, charlas varoniles y risas que provienen de los más hondo de eso que llaman amistad.


Dios, si hay algo por lo que te tengo que dar las gracias es por los amigos, por el grupo en el que confío.
Es pequeño, señor, y creo que es mejor así. Pues si fueran muchos rebajaría la categoría de amigo al mero colega.

La verdad, no sé que piensan de mi. Ni siquiera sé si yo me muestro, ante ellos, tal y como soy. Espero que sí, Dios. Espero ser yo, y sólo yo, la voz que les habla, y no una mera careta carente de significado, desdibujada por el autoengaño.
Yo creo que sí, que entienden cómo soy, sino de seguro que no se juntarían conmigo. Yo creo que sí, señor, así como yo entiendo sus propias individualidades.

Puedo decir que los necesito, no del modo en que necesito el agua para vivir, sino que los necesito porque son la manera más fácil de quitarme el peso abrumador de la existencia y besar la felicidad.
Pues con ellos hay momentos en los que soy yo el que seduce a la felicidad, llegando a quedarse hipnotizada por la confianza que me dan.
Cuando estoy con ellos, en una perfecta armonía construida a base del tiempo que nos ha dado vivencias, confianza, respeto y cariño, la felicidad quiere yacer conmigo toda la noche. Quiere besar los labios del niño que ríe sin pensar en el caos que rige el mundo.
Quiere besar al chico que habita en la misma chispa de la creación vital; pura energía.


La gente debe de estar despertándose, Señor. Huelo a pan tostado y café recién hecho. Escucho duchas, radios y mis pupilas atisban las tenues luces amarillas de las lámparas de noche.
Soy espectador de la familia.
Eso perdido en el camino; eso carente ya de importancia; eso que rigió mi vida durante los primeros años: la familia.
Eso que ya no sabe dónde habito, ni hacia dónde voy; eso, Señor, que perdió el sentido con la pérdida del amor.

Pero, ¿qué he hecho yo para merecer una familia? y ¿qué han hecho ellos para merecerme? Nada, pero ellos no están en el frío de la mañana, sino que están despejándose con el calor de un café que desciende por su garganta, y que llena sus estómagos.

¿Cuándo perdí la importancia, Señor? Cuándo dejó la familia de ser algo a lo que acudir, a lo que respetar, e , incluso venerar?
El paso del tiempo desgasta hasta las columnas más robustas, dejando al descubierta la debilidad de su estructura.
Eso ha pasado en la familia, Señor, lo que siempre pasa queramos o no, el tiempo.
No podemos culparnos de su paso, pero sí del descuido que debilita y destroza tales monumentos.

Les he visto discutir entre ellos e insultarse a sus espaldas, ¿qué hago entonces? ¿Me río, asiento, discuto? Sigo andando, pues no me queda otra.

Ya empiezan a salir los primeros, esos que acompañan su viaje al trabajo con el frío de la mañana y las tenues luces de unas farolas calientes, que pronto dejarán de acompañarme.
Van solos, señor, pero no en su cabeza no cabe la angustia del caos.
Van solos, señor, pero no hay martirio, sino el leve problema de afrontar un día más, sin caer en la desesperación de juzgar la propia existencia.


Me pregunto si serán seres individuales. Seres que habiten dentro de sí más que fuera. Seres que, como yo, su vida sea más ancha por dentro y sólo la confianza te permita sacar a fuera el inmenso abanico de vida que llevan dentro.

Me pregunto, Dios, si esta individualidad mía no es sino el problema.
De que me ha servido ser un ser que sólo crea en la subjetividad individual.
Creo que me he zambullido tanto en la existencia que me estoy ahogando. Por más que intente salir de esas aguas, ellas me superan, sin dejarme tomar aire.


Esto mismo lo han sentido miles de hombres, que no obtuvieron respuesta, pues no hay preguntas ante la vida, sino la aceptación de un caos sin sentido.

Soren lo dijo así:
"Mi silencio cómplice , mi vida ha sido llevado hasta el extremo. Me asquea la existencia. Es insípida, sin sal ni sentido.
Uno clava el dedo en la tierra para percibir en qué país está, pero hunde el dedo en la existencia y no huele a nada.

¿Dónde estoy? ¿Qué quiere decir mundo? ¿Quién me ha introducido en todo esto y me ha dejado abandonado aquí? ¿Quién soy yo?"

Las mismas preguntas una y otra vez. ¿Quién soy yo, padre? Sino nada.
Un chico, que ya no lo es, sin ninguna capacidad productiva para el mundo en el que vivimos. Un chico sin guía, sin mujer y sin ambiciones, saltando de un estado a otro, e intentando creer que cada experiencia vivida es lo que da sentido al caos.
Al igual que los hombres me pregunto a quién debo acudir con esta reclamación.
Y muchos de ellos me preguntarán qué gano con todo esto. Otra pregunta sin respuesta. No lo puedo evitar. Si eso no responde a vuestras cuestiones, bienvenidos a la incomprensión.

El camino se antoja difícil de elegir. A mi derecha tengo las calles estrechas y antiguas que inundan el centro; a mi izquierda tengo la amplitud de las nuevas aceras que aún se ven limpias, puesto que las pisadas aún no han ennegrecido su superficie.
¿Qué elegir? Siempre la misma angustia de la libertad de elección.
¿Es esto libertad? ¡Cuánto me gustaría, Dios mío, abrazar el milagro y pensar que el futuro está más allá, y que siempre será mejor que todo lo terrenal!.


Aquí es donde se cruza el esfuerzo con los deseos, dejando postales hermosas de hombres de éxito. Pero también donde se ve la desgana, la mala suerte y los altibajos de la vida; mostrándonos a hombres fracasados, cuya ilusión se perdió sin saber cómo.
Voy directo a lo último, deseando encontrar una ilusión, un propósito por el que entender mi posición en el mundo y mi papel en él.

Un día más señor, con el sol iluminando mi cara. Un día más, pero que no te quepa duda que ansío vivir, pues busco la comprensión y el sentido, pues, como un iluso más, mantengo la esperanza .