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viernes, 15 de septiembre de 2017

La amistad y el amor en un PAS I: Personas que valen la pena


LA AMISTAD Y EL AMOR EN UN PAS I: PERSONAS QUE VALEN LA PENA

Hablaba con cierta persona sobre un matrimonio fallido y de la indignación que esto había provocado en la familia.
Cada vez más el "hasta que la muerte os separe" se convierte en polvo de la historia, y no pude evitar caer en mis recuerdos.
Estos son un arma de doble filo, que dibujan en mi cerebro imágenes, que pueden llegar a hacer daño si no las gestiono con cuidado.


Quise seguir con la conversación y dar la réplica, pero ya no estaba allí, sino de vuelta al pasado, sentado en una silla de plástico que parecía pegada al suelo de falso parqué de una cafetería.
Cuando levanté la vista para identificar de dónde provenían los sonidos que arremetían contra mis tímpanos, vi unos labios apagados que se movían de forma constante, disparando una larga batería de resentimientos contra lo que debía de ser mi yo del pasado.


"Es que tú no puedes estar con alguien, en plan de vivir juntos. Es que no serías capaz"
"¿Eso crees?"
"Pues claro, si te aburres de todo. Nada parece bastante para ti"


En ese instante en que sólo existe tu diálogo interno en forma de voz pausada, y los ruidos secos de la cafetería, como las cucharas golpeando las tazas y el crujir de los croasanes entre los dientes, mis pensamientos siguieron una senda muy conocida: "Si tu supieras"
No se lo podía decir. No estaría bien. Sólo lo pensé: "Es verdad que no podría vivir con alguien... alguien como tú". Esa era la difícil realidad que me ha acompañado desde que el amor tiene sentido en el corazón de un niño aspirante a hombre.


No puedo culparla. Debe ser difícil estar con una persona de 1,77 por fuera, pero de abisales profundidades por dentro.
Deber ser difícil no comprender la frustración, la tristeza y la sensibilidad del ser querido.
Y más sabiendo que es algo que nunca va a cambiar, que la sensibilidad no se cura, pues no es algo malo, pero sí que llega a hacer daño en un mundo de fachadas, anclado en el rápido consumo del placer.


Pero , joder, ya quisiera yo poder disfrutar como el resto. Ya quisiera yo poder disfrutar de una conversación anquilosada en temas vacíos, provenientes de mentes vacías que sueñan con meterla algún día.
Disfrutar como los que sueñan con crecer por fuera, en vez de por dentro.


Pero no soy así, y no puedo evitar aburrirme e, incluso, incomodarme ante ciertas formas de ser.
No es que no pueda conectar con ellos por razones elitistas o porque me crea superior, para nada. No es que sean personas horrorosas, o que yo sea un antipático sin ganas de conocerlos.
Sólo necesito algo diferente, como si tuviese otras necesidades.
Necesidades que todos tenemos algunas vez, porque todos, aunque no sean PAS, lloran y ríen de corazón, alguna que otra vez. Todos se han sentido incomprendidos alguna vez, y todos han rozado con sus manos la felicidad de sentirse comprendidos y la rabia de lo contrario.
Eso es la vida de un PAS. En una palabra: AGRIDULCE.


Nos cuesta mucho encontrar a alguien que nos interese hasta tal punto de querer estar a su lado, sin que sintamos los golpes de las manecillas del reloj de la vida sobre nuestra espalda.
Sin que el tedio y la incomodidad nos visite.


Estás rodeado de gente alegre cuyas voces resuenan en los ladrillos del establecimiento que os acoge. 
Rodeado de almas que parecen estar pasándoselo bien, e incluso tu pareces aspirar a ser como ellos, aspirar a esa felicidad que ellos tienen de forma fácil.
Pero algo sucede dentro de ti, como si el despertador interno que tienes como vida se pusiese en marcha para recordarte la esencia de tu forma de ser.

"¿Qué estoy haciendo aquí?" Sí... esa es la pregunta de mi vida.
Es como si me costase más disfrutar, como si la vida no fuese suficiente, a pesar de que esta pesa lo suficiente como para asfixiarme de vez en cuando.


No te despides, sólo caminas. Con o sin rumbo, hacia un nuevo día.
Cada paso que das mancha el suelo con la presión de la frustración y la decepción.
"¿Es que la gente no te vale, te defrauda?" "Ahora me vendrás con que no te entienden".

"No, quizá sí que me siento defraudado, pero conmigo mismo".
"¿No te vale lo del resto? Pon un poco de tu parte". 
No contestas, no merece la pena el esfuerzo. Ya has intentado explicar lo inexplicable demasiadas veces.

Todo parece estar dirigido hacia un nihilismo y a un odio al ser humano, que te carcoma las neuronas poco a poco, dejando así un reguero de rabia y tristeza.
Hasta que el magnetismo de otra profundidad desconocida te atrapa en un halo demasiado atractivo como para evitarlo.

Otra vez un parpadeo me noquea y traslada.
No podría decir si era tal magnetismo el que movía esos cuerpos de goma, haciendo gala de su flexibilidad, bajo un intenso bajo hipnótico que convertía tus cartílagos en gelatina.

Eres una célula más de ese enorme organismo que te hace olvidar la tormenta interna de tu ser.
Estás, de forma simple, con personas que te elevan, que te hacen disfrutar de ese don de la sensibilidad con el que has nacido, y has arrastrado por un mar superficial..


Esas personas no es que estén a tu nivel, sino que están por encima de ti. Y no te aplastan con su peso, te dan la mano y te levantan.
Es la gente que merece la pena. Con esas personas, cada momento que estás con ellas te haces más feliz, más sabio, más único, más tú.


Pareces viajar por un prado gris y seco, sin alguna esperanza por encontrar un halo de vida, verde y húmedo.
Sin embargo, en un día más de tu vida, crees haber encontrado algo diferente en ese secarral.

Primero,  un perfume algo leve, que va in crescendo conforme fijas tu atención en ese olor, que debe ser a lo que huele la esperanza.

Después eres capaz de ver las formas de esa flor o de ese árbol, que parece estar enraizado en la vida con gran fuerza y alegría.
Un gran abanico de colores se abre ante tus ojos. Colores que no creías existir. Colores que sólo aparecen en los sueños.

Tocas un suave pétalo, un áspero y rugoso tronco, una afilada espina...

Eso, eso tan complejo y atrayente, eso es lo que vale la pena. Esas son las personas que valen la pena.
Personas con las que las horas no parecen pasar, y si pasan lentas o rápidas no te importan.
Personas a las que entiendes con una mirada, personas que no comprendes, pero sabes que tienen algo que decirte. Personas que no necesitan palabras vacías, sino tu mera presencia.

Personas que te hacen descubrir más sobre lo que ya creías saber.
Personas de las que a pesar de sus defectos (como los tuyos), siempre te hacen sonreír y añadir "pero lo quiero".

Personas que se acuerdan de ti o, que a pesar de no contar contigo en un principio, te aceptan como uno más.

Personas con una sensibilidad, cuyo fuerte oleaje deja en riachueo la tuya. Personas con las mismas inquietudes que tú, que se preguntan las mismas cuestiones que el ser humano se ha estado preguntando desde que las palabras salieron de su boca, y que en esta época parecen haber olvidado.
Personas que sufren con motivo, pero que ríen con mucha más fuerza, a la vez que aman con una pasión que les hace digno de ese amor.


A la gente que se haya sentido sola, como si estuviese perdida en un mundo que no es para ellos, para los PAS y para los que no lo son, creedme que hay muchos como vosotros, y una vez que los encuentras se crea una conexión que parece provenir del núcleo terreste y que os llega a la vez.


Post Scriptum: 
Descubrir los rasgos de las personas altamente sensibles (PAS) está siendo todo un descubrimiento para mí.
Descubrimiento en parte, pues lo que estoy descubriendo, es que todo eso que parecía raro en mi y no encontraba motivo para que me sucediera, le estoy pudiendo dar razón de ser.
Esto, que apriori parece algo así como "descubrir que uno mismo no está loco", me ha permitido tomar cierto cariño a estos rasgos tan traicioneros que los PAS compartimos.

2 comentarios:

  1. No hay forma de explicar mejor lo que sentí antes de saber porqué era así, porqué yo era diferente, y como lo empecé a comprender después, liberándome del enorme peso que había arrastrado durante años.
    Muchas gracias Ángel por este bello lugar de reflexión.

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