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sábado, 27 de enero de 2018

CONVIVIENDO CON LA EMPATÍA I



Un movimiento constante de piernas; en modo automático que me llevaba por unas calles que aún quieren mantener el encanto de los primeros días en que los pies pasaron sobre ellas. Así que te mueves a un ritmo aprendido, cómodo, con el que pretender acompañar al discurrir de un tiempo que, como un péndulo, oscilaba entre la rapidez de una bala, y la lentitud con la que se forman los océanos.



La gente cree que es el  tiempo, más aún, se cree que es el color del tiempo lo que puede golpearte sin aviso, una tarde, por las calles donde nadie conoce a nadie.
Coño, sólo es una imagen; una imagen capaz de hacer arder Troya y desestabilizar los cimientos de las mayores catedrales de Europa.
¿En qué pensaba cuando paseaba años atrás? Intento buscar esos recuerdos, pero no debieron ser dignos de grabarse en mi interior o, quizás, estén perdidos en medio del caos que es la mente joven y entusiasta.


De las innumerables fotografías en movimiento que se proyectaban en mi, hubo una que se quedó encajada en el proyector durante más tiempo; suficiente para pasar de modo automático a consciente.
Uno intenta apartarla, romperla, anteponiendo su lado más primitivo y rudo; pero sigue siendo humano y no puede escapar al dolor que supone el recuerdo.

"¿  Sabes eso que recuerdas algo, un momento, en que alguien, quien no tiene que ser muy cercano o importante a ti, hizo algo... no sé ... algo por ti, o se esforzó para hacer que estuvieras bien, y tú, ya sea por cansancio, por no darte cuenta o no sé... quizás por un egoísmo del que no somos conscientes... bueno pues no vemos eso, no lo valoramos, no tratamos bien a la otra persona; y, tras meses recuerdas ese momento y piensas: Joder, ¿Tan difícil era mostrar un poco de agradecimiento? ¿De responder como era debido?" 


Lo raro era que hubiera descifrado qué quería decir con esa frase tan caótica, llena de pausas ; con tono dubitativo.
"Claro, muchas veces". 
Por suerte la otra persona seguía manteniéndose humana, por lo que no ha podido escapar de las garras de una empatía que sobrepasaba los límites de los que han dejado de sentir.

"Agg, lo pienso y no poner respuesta a mi actitud. Joder, ¿tanto me costaba ponerme en su lugar? Y lo peor es que esa persona no es tan importante para mi, pero no puedo evitar sentirme mal, a pesar del tiempo transcurrido".

A pesar de todo el sentimiento de culpa o arrepentimiento, en el que me veía envuelto, había que seguir avanzando, en modo automático o consciente, pero nunca dando vueltas por lo pisado.
Eso era empatía elevado a la infinita potencia. debería alegrarme de ser capaz de desarrollar tal grado de profundidad, y aprender a mostrarla como es debido; sin temor de las opiniones de los hombres que dejaron de sentir; de esos que que achacan su descontento al color del tiempo.



"Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos"



Así es como los que designan el significado de los conceptos definen a la empatía. Que poco relieve... faltan montañas en esta definición. Está desierta. Es una ola que te atrapa y te zarandea de un sentimiento a otro, y sólo los más humanos desarrollan la capacidad de nadar contra esa marea que nos diferencia de la paleta monocroma con la que muchos pintan el mundo. 

Sólo soy un aprendiz que se ha visto atacado por el peso de su efecto en la conciencia, y sólo el expresarlo puede sacar mi cabeza del océano y ver los rayos de un sol que iluminan la isla que tengo enfrente. Esa que atesora todo el ser de otro que, como yo, siente y vive en constante delirio sentimental por un corazón que no se digna sólo a bombear sangre.