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viernes, 10 de noviembre de 2017

El DESCUBRIENTO DE LA ÓPERA:LA TRAVIATA





Libiamo, libiamo ne'lieti caliciche la bellezza infiora.E la fuggevol, fuggevol oras'inebrii a voluttà
(LA TRAVIATA) 


"¿Ópera? ¿Enserio vas a escribir sobre ópera? ¿Ya has encauzado tu vida?"
Está bien. Lo sé. ¿Qué hago yo escribiendo sobre esto? Sí, tenéis razón, pero permitidme que incluya algo de gozo artístico en este blog.
Hagamos una pausa entre el dolor y los relatos olvidados.

Siempre hay espacio para el arte redentor, causante de alivio, para consolar las mentes inquietas. Y este es uno de esos espacios; momento para abrirse a la fuerza de la ópera.

¿Qué cómo he llegado a aquí? Bueno, veréis, siempre ... bueno siempre no, pues peco, con cierta frecuencia, de egocéntrico, pero suelo preguntar a mis amigos cómo están, y sobre aficiones compartidas.
Veréis que las conversaciones entre amigos rondan siempre unos temas comunes; aficiones compartidas entre los integrantes del grupo.




Nos encontraremos con grupos de viejas hablando de la iglesia y de que el país  va como la mierda.
Grupos de adolescentes hablando de la última página porno descubierta (yo ya no hablo de esto porque descubrí la página definitiva), del nuevo Mario Kart ; y cuatro chorradas más-

Grupos de maduros, a los que el tiempo les ha pasado demasiado rápido, hablando de fútbol, de que el país va como la mierda. así como ciertos problemas maritales y familiares que no deberían contar.
Mujeres hablando de..., en verdad, ¿de qué hablan? ¿Quinoa, mindfullness, abdominales hipopresivos? Lo que sea.

Trasladando esto a mi vida, con el correspondiente esperpento que le toca, las conversaciones rondan sobre la universidad,  cine, cómics; digo muchas palabrotas, también... En fin, lo normal, porque si me dejan hablar mis tendrían que aguantar cosas que rozan el filo de la navaja. Y creedme, no está el mundo como para perder amigos.



Así que, tenemos unos gustos comunes. Algo normal en jóvenes de la misma edad, con situaciones familiares parecidas y, encima, que estudian el mismo grado.
"Puff, allí, en Comunicación Audiovisual, seréis todos unos artistas y hablaréis de Tarkovsky, Eisenstein, Malic y demás,¿No?"
"Ehhh, bueno...sí. Sí, sí; sí. Un día salió uno de esos, sí".

Además de estos gustos comunes, cada uno se completa con ciertos hobbys y aficiones muy diferentes, lo que nos hace únicos.
Ciertos tipos de música, deportes, y demás.
Un amigo mío, tiene una afición que, de primeras, me asombró: "La ópera".

Yo pensaba "Este está colgao".
Le escuchaba cantarse algo en modo Pavarotti, e, incluso, un día le vi con los auriculares puestos, con una cara cercana al éxtasis.
Yo pensaba que estaba escuchando el sólo de "Comfortably Numb" o "The Show Must Go On" de QUEEN, pero se quitó los auriculares y exclamó: "¡Joder con Donizetti!".


Me dije: "Si a este le gusta, será por algo".
Sí, lo puedo afirmar, el chico no estaba colgao, sino que se había visto atrapado por la magia de la ópera.
¿Cómo he estado tanto tiempo sin adentrarme en este grandioso arte? Me he visto todos los Silly Simphonies y no me había atrevido a dar el paso, hacia lo que es el arte más catártico que me ha erizado los vellos.


Empezar con algo nuevo no es fácil, y menos con un arte que parece haber quedado reservado a una élite a la que, chavales como yo, sólo accederemos dando el braguetazo de nuestra vida (y tal como van las cosas...).
Sin embargo, hay pequeños pasos que podemos dar para adentrarnos, sin quemarnos, en el fuego de la ópera.
Recomiendo precaución, pues como dicen, una vez te quemas en el fuego del "Tristán" ,ya no sales.


Como un primer acercamiento, estaría bien empezar a escuchar las arias más famosas; las más populares: "Casta Diva", "Nessum Dorma", "Una furtiva lacrima", etc. Teniendo en cuenta su contexto y, más importante, lo que quieren decir.
Chicos, esto está en italiano o alemán y, alguna vez en francés, no esperéis pillarlo a la primera. 

Si después de esto no os pica la curiosidad, dejadlo. En serio, si después de haber escuchado "Quando me'n vo" de "la Boheme" no os da ganas de seguir nadando en este mar de melodías, apaga y vámonos; tenéis (tenéis un problema) que seguir escuchando pop.

Uno empieza con cosas ligeras y acaba tragándose cuatro horas de una ópera al alzar de Wagner, en un alemán que te golpea el tímpano a base de pócimas y hechizos, como hace Isolda.
Fijaos si es buena "Tristán e Isolda", que te hace tener el culo pegado al asiento, mientras te comes un dueto de 45 minutos en un idioma incomprensible... y aún así te has quedado hipnotizado por esa historia de amor, que no puede sino acabar en tragedia.

Eso es la ópera, una tragedia tras otra; personajes llevados al límite de sus pasiones, usando su voz como micrófono, lienzo y mármol, en un intento desesperado por aliviar el dolor en el que se ven envueltos.
Pensad en "Tosca" y su trágico final. Pensad en ese pintor encarcelado que canta al alba, justo antes de estar frente al pelotón de fusilamiento; y en su amada, quien salta al vacío por la desesperación y la agonía que la ahogan.


Mi amigo, apiadado de mí, viendo que estoy tan pesado con el tema, decidió adelantarme el regalo de cumpleaños, invitándome a ver "La Traviata".
Todos hemos escuchado sobre esta ópera, pero casi nadie sabe nada, ni siquiera su argumento.

Reconozco que Verdi no es lo mio, yo soy más de Puccini y Wagner (y de mi puta ignorancia, porque no tengo ni idea), pero qué menos que aprender un poco de esta ópera. 
"Es la más representada en la actualidad. Algo tendrá, ¿no?."
Vaya que si tiene.
Hablando de tener, tiene narices que lo que más cerca que he estado de "La Traviata" sea "Asterix y Latraviata", pero eso es otra historia.


Está basada en "La Dama de las Camelias", de Alejandro Dumas, hijo. Este era un magnífico escritor , mientras que su padre, famoso por novelas como "El conde de Montecristo" era un magnífico bebedor y pagaba bien a los negros que el le escribían las novelas.
De hecho, este "negro" con negros, se encontró, en un paseo, a su hijo. Le preguntó lo siguiente: "Hijo, ¿has leído mi último libro?".
Este contestó: "¿Y tú?".


Sabiendo esto, que viene a no saber nada, pues nadie se la ha leído, os diré que es una tragedia de las de pañuelo y reclusión.
Una vez la estudias (porque no os vais a enterar de nada si sólo la escucháis), da ganas de maldecir al mundo, cosa que hago a diario; pero esta vez con razón. Y, con razón dices lo siguiente, "¡Qué tirste... pero qué bonita!


Os daré varios datos y consejos a tener en cuenta:
El primero es que "Traviata" significa extraviada.

El segundo: Violetta es mucha Violetta para tan poco Alfredo
Tercero:  siempre hay padres para echarte a perder.
Cuarto: seguiremos la original y moderna representación que dirigió Carlo Rizzi en 2005, con Roberto Villazón y Anna Netrebko como protagonistas (he de decir que Anna está increible. Os servirá para quitaros el estereotipo de la soprano gorda).
Quinto: disfrutad de la música, pues es un contínuo pase de éxitos, uno tras otro.
He puesto videos, para que podáis ir escuchando mientras leéis (también porque me ahorra el coñazo de buscar fotos).


LA TRAVIATA

Les invito a brindar y a beber algo antes de comenzar la reflexión acerca de esta obra maestra de la cultura musical, que ha permanecido en representación, de forma constante, durante los últimos 150 años.
Agarren una botella de champán y una caja de pañuelos, que empezamos fuerte.

ACTO I

La obra comienza en París (s.XIX), ciudad de artistas, en la que Violetta Valery, cortesana de gran fama, da una fiesta a la que acuden gran cantidad de invitados. Entre ellos, un admirador,  Alfredo Germont, quien procede de una familia de bien.

Esto de ir a una fiesta que da una que te gusta es algo que nos ha pasado a muchos. Si ya, de por sí, estás nervioso por no cagarla, la presión aumenta, pues la que te gusta después tiene que limpiar tus potas.





Alfredo:
"Bebamos alegremente de este vaso
resplandeciente de belleza
y que la hora efímera
se embriague de deleite.
Bebamos con el dulce estremecimiento
que el amor despierta
puesto que estos bellos ojos
nos atraviesan el corazón.
Bebamos porque el vino

avivará los besos del amor".

Violetta le sigue el juego, pero con una visión más hedonista de la vida:
"Yo quiero compartir
mi alegría con todos vosotros;
todo en la vida es locura
salvo el placer.
Alegrémonos
el amor es rápido y fugitivo.
Es una flor que nace y muere
y del cual no siempre se puede disfrutar.
Alegrémonos pues una voz encantadora,

ferviente, nos invita".

Vemos a dos personajes que tienen diferentes formas de ver la vida, pero no por ello Alfredo va a coger su chaqueta y marcharse. Hoy es su noche. La noche en la que confesará a Violetta su amor.
Yo supongo que, tras unos cuantos brindis de estos, también le echaría valor, aunque el lirismo desaparecería con la vergüenza.


Antes de que Alfredo se confiese, Violetta da muestras de estar enferma, de desmayarse.
Alfredo le dice que el podría ser su protector para toda la vida.

Ella ríe. Incrédula Violetta, ya ha oído muchas confesiones vacías, de hombres sin alma. Es una mujer actual, que no da su corazón al primero que llega con palabras bonitas. "Decidme. ¿Cuánto me amáis?".


"Os amo desde hace un año. Desde que un día pasasteis ligera, junto a mí" (nene, ¿dónde has aprendido a hablar así?).
Comienza un dúo inolvidable: " Un dì, felice, eterea", el cual habréis escuchado en otra obra romántica, con la que aguarda, salvando las distancias, alguna similitud: "Pretty Woman" (pufff ¿acabo de comparar La Traviata con Pretty Woman?).



Alfredo:
"Un día, feliz, etérea,
apareciste enfrente de mí,
y desde entonces, temblando,
Vivo de amor desconocido.
De aquel amor que es
latido del universo, del universo entero,
Misterioso, misterioso y orgulloso,
cruz, cruz y delicia
cruz y delicia, delicia en el corazón".

Violetta:

"Si eso es cierto, huye de mí,
Solo le ofreceré amistad.
No sé amar.
Ni sufriré una emoción tan grande.
Soy honrada e ingenua.
Debes encontrar a otra.
No te resultará difícil

olvidarme así".

Precioso. Es la versión bonita del "Si no es por tí; es por mí". Todo un clásico de las escusas.

Como buen pesado que es, y aquí me quito el sombrero, porque yo pasaría de la chica, Alfredo insiste en su amor sano (no sé si sano u obsesivo).
Para quitárselo de en medio, Violetta le regala una camelia y le dice que se la devuelva cuando se marchite. Ummmm, en el fondo quiere volver a verlo.


Alfredo se va esperanzado, y no como me suelo volver yo, con la cabeza gacha, sufriendo el frío del rechazo de madrugada.
Y, en este momento, es cuando Violetta da muestras de la profundidad de su personaje. Ah, fors'è lui — «Quizá sea él». Quizá, Violetta.


Sin embargo, Violetta conoce bien a los hombres, además de amar su propia libertad. Comienza así una de las arias más bonitas de la ópera. Todo un canto a la libertad de la mujer y del amor: Sempre libera — «Siempre libre».



"Sí, debo, siempre libre
gozar de fiesta en fiesta.
Quiero que mi vida pase siempre
por los caminos del placer.
Que el día nazca o muera,
debo vivir siempre en los lugares
de placer buscando nuevas alegrías".

Chicos, esto es magnífico, acabamos de acudir a la autocensura de Violetta, quien por un instante ha pensado que el amor era posible.

Las dudas la invaden de nuevo. Escucha a Alfredo cantando desde la calle: "El amor es la inspiración del mundo entero".

Así es como se termina un primer acto.

ACTO II

Comienza el segundo acto en una casa que Violetta posee en el campo, con estos dos personajes viviendo como pareja, en un estado de felicidad propio del arte.




Alfredo: "He olvidado en sus brazos el pasado". Alfredo vive en una burbuja de amor y felicidad, de la que parece influirle una inspiración divina:
"Ella calma mi pasión adolescente con la serena sonrisa de su amor;

desde el día en que ella me dijo: "quiero vivir sólo para ti", yo me creo cerca del cielo".

Sin embargo, esto es una ópera y algo malo debe pasar.
Alfredo descubre que todos los lujos y gastos los ha pagado Violetta, quien ha vendido muchas posesiones para no depender del dinero de Alfredo.
Este marcha a parar la venta de propiedades de su amada.


"Soy el padre del incauto al que has engañado"
"Señor yo soy una dama, usted está en mi casa". Es lo que Violetta responde al hombre que acaba de conocer, pues esta acaba de regresar a la casa de campo y, con gran sorpresa, se encuentra al padre de Alfredo, Giorgio, en esta.

Verdi tiene algo con los padres, pues en sus obras, de una forma u otra, acaban puteando a sus hijos.
Esto es lo típico de que quieren ayudar y proteger a los hijos y acaban por meterse demasiado  en su vida, y sin la delicadeza que esto requiere.


Violetta le hace ver que no sólo ama a su hijo, sino que encima ha estado pagando todos los gastos.
El padre se empeña en que tienen que romper su relación, no ya por el honor de su hijo (recordemos que Violetta era una cortesana), sino porque tiene una hija que no podrá casarse si ella sigue en la familia, pues mancha al apellido Germont.

Tras una insistencia digan de una familia de pesados como es la suya, Giorgio consigue que Violetta acceda a romper su vida con Alfredo, regalándonos un dúo lleno de sentimientos e intimidad:

"Dite alla giovine"




VIOLETTA

"¡Decidle a vuestra bella hija
que una pobre mujer que no tiene
más que un bien precioso en la vida
se sacrificará por ella y morirá!"

GERMONT

"Sí, llora entonces desdichada, ahora veo
qué grande es el sacrificio que haces.
¡En mi corazón siento tanto sufrimiento!

Valor… y tu noble corazón vencerá".

Violetta abandona la casa, en dirección a París, donde ha sido invitada a una fiesta, no sin antes abrirnos  su alma y sus más puros sentimientos de amor, en un canto lleno de desesperación.
Sus últimas palabras para Alfredo: "¡Ámame Alfredo, como yo te he amado!


El padre intenta consolar a su hijo (tiene cojones), con un chantaje emocional que ni la más vil mente sería capaz de crear, un aria llena de nostalgia y belleza: "Di Proveza, il mar il suol".



"¿Quién borra de tu corazón
el mar y el suelo de Provenza?
¿Quién de tu corazón borra el recuerdo?
¿Qué destino te ha sustraído del
ardiente sol natal?

En el dolor mismo, vive todo
aquello que te hizo feliz.
y solamente allí, tu encontrarás la paz.

Dios me guía. ¡Ah!. Tú ignoras
cuanto ha sufrido tu viejo padre
Cuanto ha sufrido tu viejo padre.
Desde que te fuiste, su casa
se hundió con la pena y un velo

de tristeza recubrió su techo".

Pero Alfredo sabe que los labios de Violetta son más dulces que los de su padre y, una vez enterado de que Violetta va a acudir a una fiesta en la capital, no pierde un segundo y marcha corriendo a París.

Ya en la fiesta, la segunda y última de la obra, Alfredo se encuentra a Violetta,  quien intenta reprimir sus deseos y amor por Alfredo, y le dice que ama al Barón que ha organizado la fiesta.
Alfredo grita lleno de rabia y enfado, comunicando a todos que la mujer a la que ama ha despilfarrado su fortuna por él, y que se lo va a devolver. En un acto de desprecio tira una bolsa llena de dinero a la mujer que le sigue amando en secreto.

ACTO III

Los meses han pasado, pero la herido no ha suturado. El lugar en el que comienza el tercer y último acto dista mucho de ser una fiesta.
Violetta está en cama, pues sufre de tuberculosis; algo que ya nos había anunciado con su desfallecimiento en el primer acto.


El médico le dice que está mejorando. Sin embargo, Violetta sabe que no es cierto: "Las mentiras piadosas sólo están permitidas a los medicos.
Lee, a solas, una carta del padre de Alfredo, Giorgio. En ella se se expone cómo Alfredo se ha enfrentado al Barón y , que su hijo ha estado oculto en el extranjero. Sin embargo, iba a acudir junto a ella para pedirle perdón.

Ella grita: "¡Es tarde!".


Comienza ahora mi aria favorita de la ópera. Una composición llena de nostalgia, dolor y tristeza sobre los recuerdos:

Addio del Passato


"Adiós, bellos recuerdos del pasado,
las rosas de mis alegrías están marchitas
y el amor de Alfredo todavía me falta.
¡Consuelo, sostén del alma cansada!.
Compadécete del deseo de la extraviada.

¡Perdónala y acógela, Señor!
Todo ha terminado ya.
Alegrías y dolores pronto acabarán
¡Ni flores ni lágrimas tendrá mi tumba!
Ni una cruz con mi nombre
cubrirá en ella mis huesos.
¡Ah!. ¡Sonrío a la mujer perdida!.

Señor perdóname,
recíbeme cerca de Ti.
Todo ha acabado."

Es imposible escapar de la emoción que transmite este aria. Una vida y un amor perdidos, por las convenciones y los malentendidos. Por una mujer que, de hacer el bien a los demás, se mal a ella.

Venga, chico, con la lagrima en el ojo, ya queda poco.

Llega Alfredo y, con él, el reencuentro de los amantes. "El amor te ha hecho regresar". 
Esto es muy duro, pues hablan de planes de futuro,  de vivir juntos para siempre, en un dueto precioso.

Parigi, O Cara
Alfredo: 

"Dejaremos París, querida mía. 
Estaremos toda la vida juntos. 
Compensaré tu dolor pasado, 
recobrarás la salud. 
Serás para mí suspiro y luz. 
El futuro sonreirá para nosotros". 

Violetta: 

(Como un eco) 
"Dejaremos París, querido mío. 
Estremos toda la vida juntos. 
Compensarás mi dolor pasado, 
recobraré la salud. 
Serás para mí suspiro y luz. 

El futuro sonreirá para nosotros. "



Podría haber terminado aquí y, aún así, hubiese sido una obra maravillosa, sin embargo, recordad, esto es ópera y va más allá.
Violetta no puede ni vestirse; está muy enferma. "O,h Dios mío, morir tan joven".

Entra en escena Giorgio Germont, quien se disculpa, al mismo tiempo que entra el médico, el cual confiesa que ya nada se puede hacer por la vida de Violetta.

Con sus últimas fuerzas, Violetta entrega un retrato suyo a Alfredo, y le dice lo siguiente: "Si alguna vez te casas, dile a tu esposa que esta imagen es de alguien que, entre los ángeles, reza por vosotros".
"Prendi, quest'è l'immagine"


Violetta parece renacer, con nuevas fuerzas se levanta, pero era el último canto del cisne y cae al suelo.
Se baja el telón.

Vaya obra... podría estar escuchándola en bucle durante horas, y mis pelos seguirían erizados.
Y, esta obra, "La Traviata", es una de las muchas obras maestras que inundan el mundo de la ópera, un mundo que acabo de descubrir y, de la que cuanto más sé, más quiero saber.

Espero que os haya gustado; que le deis una oportunidad a este arte.

Si habéis llegado aquí no me queda más que daros las gracias, pues he tardado más de lo que creía en escribir sobre esto, aunque he aprendido mucho. 

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