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viernes, 11 de mayo de 2018

HEREDARÉIS LA TIERRA.



Llevaba muchos tiempo con esta entrada en blanco y, tras una meditación necesaria, he dado con el tema perfecto para ella, pues, además de ser la entrada que más esfuerzo me va a costar, será la última de este blog. 

Llevaba un tiempo escribiendo ficción, relatos históricos que, debido a estar basado en hechos reales, no debía estrujarme la cabeza para idear un final. No obstante, tras un buen rato con la mirada perdida en el rebotar del cursor sobre la pantalla, no pude más. ¿Qué estaba haciendo? Me había dicho que eso era lo que me gustaba hacer, escribir ficción, relatos, novelas, cuentos; pero no estaba disfrutando del proceso.
Por más que me dijera que eso era lo que me gustaba, no lo era, por mucha fe que pusiera en ello. Releí lo escrito y me dí cuenta de algo, que me aburría; me aburría muchísimo leyendo eso en lo que había trabajado horas.

Y sabía por qué; porque le faltaba pasión, le faltaba ganas al escrito, y las cosas que se hacen sin ganas no salen bien. Entonces un miedo se apoderó de mí; un miedo conocido, que no era otro que el de estar perdido dentro de tu vida.
Levanté la vista de esa desgana que podría pasar como escrito de usar y tirar, con los ojos marcados en la oscuridad que procedía de la noche y de un calendario que me indicaba el paso de los años en los debía haber encontrado eso que me apasionaba y a lo que dedicaría el resto de mi vida. Sin embargo, el único respiro que encontré en todo el monumento al desorden que eran mis pensamiento lo encontré en la imagen, el sonido y el calor de tres personas que hicieron de mi vida universitaria el lugar por el que volvería a pasar sin dudarlo dos veces.

Chicos, esto va por vosotros, creedme que lo escribo con todas mis ganas y el respeto que tengo a la escritura y, sobre todo, con el amor siento por vosotros, que es mayor al que he sentido por cualquier mujer, vicio y afición.
Si me dijeran el primer día del grado que iba a derramar lágrimas de tristeza y felicidad por esos tres chicos, me hubiese reído de tal profecía, además de olvidarla por completo.
Llegué sin tener claro nada de la mano de la mejor persona que he conocido hasta la fecha y allí me encontré con dos chicos que poco tenían que ver conmigo, hasta que, con eso que llaman azar, suerte o destino, nuestros caminos se cruzaron, dejando claro que teníamos más en común que unos hermanos siameses. 

¿Será posible que alguien fuese capaz de entender, comprender y respetar todo ese revuelto de caracteres, aficiones, deseos, desengaños y bromas que habitaban dentro de mí? Encima habíamos nacido en la misma ciudad, casi en el mismo barrio y aún así entre los cuatro nos hemos complementado de tal manera que si nos mezclamos saldría una persona que podría ser catalogada como "uno entre un millón".

Cada uno de nosotros compartimos una cantidad inmensa de aficiones y atributos pero, a la vez, una individualidad brillante a ojos del otro.
Incluso yo, alguien con tendencia a la introversión y vivir mareado en una búsqueda constante por el objetivo de la vida plena, que nunca ha tenido unos amigos como vosotro, creo haber encontrado a alguien por el que hacer las cosas con verdadera pasión; sois vosotros. 

Cuatro años dan para mucho, vosotros lo sabéis mejor que nadie. Momentos buenos, muchas risas, multitud de personas, y ,sin embargo, tras estos cuatro años si me preguntasen con qué y quién me quedo, mi respuesta sería como una bala que dispararía vuestros nombres.
En todos esos momentos estáis vosotros, lo que me hace pensar que el hecho de que esos momentos fueran buenos era vuestra presencia; única e intercambiable.

En ese momento en el que me estaba planteando qué era lo que me gustaba hacer, sentí unas enormes ganas por estar vosotros. En ese momento lo tuve claro: "Me gustaría estar con ellos".
Y es que es cuando estoy con vosotros que la pasión por las vida coge las riendas de mi cuerpo y emociones; más que escribir aburridos relatos, los cuales no dejan sacar todo mi potencial.

Volví a mirar la pantalla y me vi inmerso en viaje que llevó a mis doce años. Allí estaba, frente a la pizarra, más bajo y gordito, con la mirada en el suelo. Le doy las gracias a la respuesta de ese profesor a mi excusa de no haber estudiado: "Joder".
Ese joder me llevó hasta aquí.
Tenía 16 años y no era muy dado a eso que quieren llamar filosofía pero, de nuevo, las palabras correctas me enseñaron el camino: "Ángel, no te estás esforzando. Sé que lo puedes hacer mejor".

Alguien confiaba más en mí que yo mismo, y debía responder como se merecía: con verdadero esfuerzo y dedicación.
Ahora era yo el que me hablaba a mí mismo: "Tío, qué estás haciendo, esto no vale nada. Si es que sé que lo puedo hacer mejor. Soy mucho mejor que esto, escrito rápido y sin pensarlo; peor aún, sin sentirlo".

Chicos, no soy alguien que se pueda permitir el lujo de dar consejos, pero sí que os puedo pedir un favor, y es que cuando hagáis las cosas que os gustan las hagáis con pasión. Ya sea por amor propio o por hacerlas bien, pero el mundo tiene que saber lo buenos que sois. Os he visto hacer cosas con pasión y mis ojos no pudieron hacer otra cosa que quedarse atrapados por la admiración que sentía ante lo que hacíais.

Pienso en este blog; lo que debía haber sido una muestra sincera de mí, se ha convertido en un ejemplo de mediocridad, de escritos a terminar y párrafos sin pensar. No lo puedo permitir. Sólo salvaría una decena de entradas, pues el resto no refleja con la profundidad necesaria quién soy. Y soy mejor que eso.

Vosotros sois muy buenos cuando la pasión os mueve, y el mundo debe saberlo. Por favor, no le mostréis al mundo un vago reflejo de vosotros, enseñadle lo que sois capaces de hacer, pues de esta forma os sentiréis plenos y amaréis aún más lo que hacés. Sentiría gran decepción si no lo hacéis.


Chicos, yo tengo miedo a decepcionaros, más que a decepcionarme a mí. Quiero mostraros de lo que soy capaz de hacer, y sólo la pasión me lo va a permitir; así que no esperéis un buen ejemplo del talento de Ángel Cuesta en unos párrafos entrelazados por la necesidad, pues eso me aburre.

No sé cuándo será, pues me lleváis años de ventaja, pero quiero confiar en que, un día, os sentiréis orgullosos de mí. Podréis decir, "yo fui a la facultad con ese tío; era más que un buen tipo".
Va a ser difícil; pues los sueños requieren el sacrificio de dar el paso hacia lo desconocido. Requerirá ser valientes, y pasar por malos momentos. Pero recordad que cosas malas nos van a pasar siempre, pues la vida no son etapas buenas que suceden con etapas malas. No, siempre hay obstáculos que superar; pero sé que sois más que capaces para sobreponerse a los golpes.

Os animo a seguir intentando y que el fracaso sea el muelle que os eleve a la excelencia. Creo en vosotros; como también vosotros creéis en mí. Enseñadle al mundo vuestra verdadera vara, vuestro talento y seréis recompensados.
Estoy seguro que en uno de esos malos momentos sólo tendréis ganas de dejarlo todo, y abandonar lo que siempre habéis querido. Pero ya sea en la barra de un bar con cuarenta y largos, en un piso de soltero sin aire acondicionado; o en un matrimonio sin pasión; recordad que hubo un chaval que se enamoró de vosotros, que confía y confiará siempre en lo que sois capaces.

Os quiero.


Por lo que respecta a esta blog que, sin saber cómo, ha llegado números de cinco cifras, me veo en la obligación de pararlo.
No puedo seguir ofreciendo al mundo una imagen tan vaga de lo que quiero. Ya sea por respeto a la escritura, al público y a mi mismo, en trabajos próximos debo vivirlo con pasión, que cada palabra sea digna de ser escrita, leída y escuchada.

No sé qué más escribiré, si es que escribo algo. Encontrar algo que me apasione y darlo todo...

Muchas gracias por todo.