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jueves, 5 de abril de 2018

22



Hay algo que se escapa a todo mi entendimiento; que se escapa a mi razón. Hay algo que no funciona como debería; como nos han dicho y como la razón nos dice que debería funcionar.

Ese algo es la vida.




Y es que la vida iba enserio. Funciona de forma absurda, sin seguir leyes matemáticas; sino injusticias aleatorias y sin sentido. Algo que va más allá de mi sentido común; que empieza sin avisar y termina cualquier día, de la forma más inesperada.




Hoy cumplo 22 años, al menos los cumplo cuando escribo esta línea, y, a pesar de saber que nada ha cambiado, de que el mundo es como ayer y de que mis sentimientos más profundos son los mismo, a pesar de que peso lo mismo y mi cabello no ha crecido; a pesar de ello "eso" es diferente. Y ese "eso" es la vida. No muy diferente, es verdad, es calco de ayer pero más subrayado por el cambio de cifra.




22 años y la vida no es mejor. Que va. 22 años y me pregunto si eso me quita derecho a disfrutar de las reminiscencias de la infancia. 22 años y todo parece estar cubierto de aburrimiento gris; que como tentación te llama con falsas esperanzas para hacerte caminar hacia el abismo que supone crecer.




Es un dulce muy atractivo, con la importancia y seriedad como fondo, con el deber como guía y el tiempo como empuje.
Que el tiempo va hacia adelante es algo inevitable; como inevitable.
Es un dulce sí, pero está caduco, amargo y no es apto para soñadores.




Cumplo 22 años y, a pesar del lastre que supone cambiar un uno por un dos, no puedo estar más agradecido por las felicitaciones que recibo. Se van sumando y soy consciente de que no son algo automático, porque a mí me cuesta... o, al menos, no lo hago con la asiduidad requerida. Puede que sea por tedio o, lo más seguro, porque la otra persona no me importe lo suficiente. Lo cual es cruel, pero cierto.




Igual de cierto es que yo tampoco importo a muchos; y eso es un alivio y a la vez tiene sentido, pues nada hago por ellos. Sin embargo hay unos cuantos que sí me han felicitado, y creed que sus palabras me han hecho sonreír de forma pura y genuina. Al igual que sus abrazos que, como los de mi madre, me han hecho sentir único.




Toca seguir con la mirada puesta hacia adelante y con la tentación de mirar atrás para encontrar placer en lo divino e idealizado. ¿De verdad era tan bonito?, ¿tan inocente? No... pero que bonito es recordarlo así. Recordarlo como algo bueno, aunque me esté mintiendo, hace que mire atrás con sonrisa.


Ahora, ¿qué viene? No lo sé, pero ¿qué importa? Ojalá pudiera mirar al horizonte, citar a Séneca y sentir que el mundo me pertenece y que soy el dueño de mi destino. Pero nadie es dueño de nada excepto de sus propias decisiones. Ni siquiera controlamos el tiempo y nunca lo haremos. Y sin embargo seguimos luchando...

Eso es. Seguir luchando.

Tengo 22 años; sigo siendo un existencialista insomne; sigo luchando.

Sigo soñando despierto; sigo luchando. Sigo creyendo que algo bueno va a venir; y es por ello sigo que sigo luchando. Por que sé que es de ilusos y por eso lo hago; porque sé que si no lo hago no seré nada, pues nadie va a luchar por mí si yo no lo hago.


Venga, haz algo difícil. Enséñale al mundo lo que vales. Confianza, ganas de aprender y una sensibilidad notable. Que no te de miedo a sentir; a ser profundo. Que no te de miedo a fracasar; a quedar por debajo de como estabas antes. Que no te de miedo ni pereza avanzar y volver a empezar. Que no te de miedo a pensar diferente y decirlo. Que no te de miedo ver cambiar tu cuerpo mientras tu ganas y personalidad sean fuertes y nobles.

Llevas 22 años, no es nada, pero es suficiente como para saber que habrá rachas malas, muy malas, regulares y, alguna que otra buena. Es suficiente para discernir lo que es importante y lo que no. Lo que merece tu esfuerzo y lo que no.
Suficiente para saber que hay gente que confía en tí; que te da su mano, su amistad y su amor. Suficiente como para saber que la gente que te ha querido durante 22 años lo va a seguir haciendo.
Suficiente para tener los pies en la tierra; en tu lugar. Ni más ni menos. No eres un idiota, ni un genio; eres uno más que se afila según te esfuerces por seguir adelantes. 

No te conformes con lo fácil; o con lo mediocre. Mira más allá. Afronta tus miedos. No cómo un héroe, sino como una persona que ansía vivir. No caigas en los cantos de sirena, pues nada noble ni de provecho traen. Crece por dentro y agradece todo lo bueno que hagan por ti.
Devuelve cada sonrisa que te dediquen; cada mirada llena de alegría. Acéptalos con confianza y seguridad, pero nunca con orgullo, pues los demás también se merecen tu respeto.

Disfruta con tus amigos; de su compañía. Del tiempo que pases con ellos. Hazlos reír y hazte digno de su compañía. Hazles saber que son los mejores y motívales para acompañarte por este camino que es la vida. Y hazlo todos los días.
Abraza a quien más quieras, con una fuerza pura; que salga de dentro. Esa que no aprieta sin doler. Y hazlo todos los días.

Quien aparezca en tu vida no tiene por qué quedarse. Si es digno de tu amor, ámalo; si no que no te importe, porque el amor superficial viene y va; pero el importante permanece.

Usa tu voz para comunicarte con los que te gustaría hablar, con los que ya hablas y con los que nunca hablaste. Se consciente de tus decisiones y lo que implican. Se consciente de que habrá decisiones que se tomen tras pensarlas, muchas de ellas; pero también habrá cuestiones que se tomen con el corazón, como si de un salto de fe se tratase.

Se consciente de que si otros pudieron tu puedes. Se consciente de tus límites y rómpelos con esfuerzo. Haz las cosas con la seguridad de que no harás daño y así dormirás tranquilo por la noche; pues eso vale más que mil sueldos. 

Que lo escrito permanece, sí. Pero las palabras no vuelan, y sólo pueden ser perdonadas, no olvidadas. 

Haz esto y podrás mirar a los 23 sin arrepentirte de nada.